Lo sospehé un principio, la noticia rodó por toda la prensa, nuestro ministro de culturaestaba contento, porque tres películas de La Villa del Cine estaban en cartelera, dicho de otraforma, se codeaban de tú a tú con la películas hollywoodenses que se proyectan en los espaciosdel monopolio audiovisual de Cines Unidos y en consecuencia, debíamos anotar esta acción comoun logro revolucionario.
Ahora bien, apartando un poco lo visceral y, asumiendo que es un movimiento táctico para entraren las conciencias de ese sector que denominan ni-ni, respeté la acción bajo esa perspectiva, porello me dispuse a ver la película, para ver en que nos beneficia a nosotros, los “socialistas” estainversión.
El reparto no pudo ser más esperado. El casting lo hizo nada y nada menos que el oportunista deWillian Cuao, ¿se recuerdan?, el de los reality show de Venevisión y pieza clave del Rajatabla dedonde se engendró, la estética más nociva que ha tenido nuestra historia teatral. Los actores, lagran mayoría de la película Maroa de solveig Hoogesteijn, largometraje que tenía como objetivoprincipal hablar mal del gobierno solapadamente, esta producción hispano-venezolana se copióla sub- trama de El Profesional, aquella famosa película que protagonizó Jean Reno y NataliePormant y que cuyo objetivo principal “casualmente”era hablar mal del gobierno solapadamente.
Voy a hacer honesto, el tema del muchacho que quería ser mujer no me desagradó, porque soy delos que piensa que ya es hora de que esos temas, hay que debatirlos abiertamente; si es que deverdad estamos en un proceso revolucionario. El discutirlos nos puede llevar a apoyar o no, estetipo de decisiones u opciones, pero en cualquiera de los casos, que sea con argumentos de peso.La fotografía está de lujo y las actuaciones lucen muy acertadas; pero, para nuestra desgraciael sub- texto de la película, nos convida a pensar en una Venezuela atrasada, mísera y en francadecadencia. Yo pensé que la temática giraría en torno a la opción sexual del personaje principal:Cheila y de allí, se desprenderían algunas reflexiones que aportaran algo a nuestra sociedad.Fíjense reducir un conflicto de esta naturaleza al mero hecho de eliminarse el pene, esteriliza lapropuesta. El formato cultural en cuanto a este tema, no ha recibido ningún revés y creo que,por el contrario la lucha por las reivindicaciones de este sector de la sociedad se banalizan por lomenos en esta película, más aun cuando lo que está en juego es mostrar a una familia venezolanadecadente, que en ningún momento explica que hay una estructura cultural del capitalismo quehace comportar así a algunas de nuestras familias venezolanas de cuya reflexión salpica tresveces la frase: “Esto no es Canadá, esto es Venezuela”. Sin acotar que en Canadá con la crisis delcapitalismo mundial, bajarón las pensiones y aumentó como en España y Alemania, la edad paracobrar las pensiones, mientras que aquí muy por el contrario, se pensionó a veinte mil pescadores y campesinos.
Yo creo que sí hay espacios familiares con esas características. Pero una película que identifica aun país, sea de ficción o lo que sea, es la vitrina de ese país, sino pregúntenle a Turquía como lebajó el turismo a índices alarmante, cuando Alan Parker estrenó “El Expreso de Media Noche”,nosotros tenemos enemigos de sobra para proyectar esa imagen. ¿Qué relación existe entre unadecadente familia y una mujer atrapada en un cuerpo masculino?. Acaso a los de clase profesionala los ricos, no les sucede. Todo esto no tuviera sentido sino fuera por el hecho de que la películaestá financiada por la revolución bolivariana y de cuyo final termina en Canadá alejado de todoslos trogloditas y salvajes, es decir de nosotros.
Que vaina tan seria, cuando nuestras instituciones no se atreven a fomentar el procesorevolucionario y cuando lo hacen, lo proyectan burdamente para aspirar a subsidios nacionales.
Villa del Cine, abran paso a la revolución, luces, cámara, acción. No joda.
Guillermo Vizcaya
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